Fue pintado en 1998; el artista tenía su taller a pocos metros y retrató el trauma nacional. Perteneciente a la generación de los años 90, es uno de los grandes renovadores de la pintura, ejemplo de las estéticas queer.Santiago García Sáenz era gay, enfermó de HIV en 1994 y fue contenido por su familia conservadora y ultra católica hasta el final.